martes, 14 de diciembre de 2010

Picor, picor y más picor

La piel de nuestro bebé puede tener una respuesta inflamatoria o tener lesiones que la podemos clasificar  como dermatitis.
Al principio aparece una serie de lesiones agudas, sequedad con enrojecimiento cutáneo, lesiones que se van secando, y posteriormente aparecen una serie de costras que pueden llegar a sobreinfectarse.


Como resultado del rascado, la sequedad cutánea y de la formación de costras aparecen las lesiones, el engrosamiento de la piel (la cual puede aumentar o disminuir la coloración de la piel). Lo más característico de la dermatitis es la aparición de lesiones cutáneas que provocan picor. El niño se rasca apareciendo erosiones por rascado, que aumentan la sensación de picor y todo el proceso se convierte como en un círculo vicioso. Esta enfermedad cutánea cursa en brotes, sin llegar a la curación completa.



Las lesiones son siempre las mismas, aunque su distribución (localización), varía según la edad del niño. Por ejemplo en el lactante es más común que aparezca en las mejillas, en el cuero cabelludo y en la zona de los codos y rodillas. Ya durante la infancia entre los cuatro y diez años aparece en la flexura del brazo y las piernas, en muñecas y tobillos. Suele aparecer en niños que ya tenían lesiones en el período de lactantes, pero también por primera vez. En esta etapa la sequedad de la piel es importante, para no dejar marcas o señales. Cuando el niño es más mayor o en la etapa de adolescencia aparece en las flexuras de las manos, en los párpados y en el cuello. Se produce entonces el engrosamiento y la sequedad de la piel. Pero otras alteraciones cutáneas que pueden aparecer son la palidez en las zonas que rodea la nariz y la boca. Cuando veamos que nuestro bebé tiene estos síntomas debemos ir a nuestro pediatra habitual para que le realice el diagnóstico diferencial correspondiente para que así elimine otras patologías posibles.



Con respecto a la dermatitis no hay ningún tratamiento para evitar su aparición o desarrollo, aunque sí existe tratamiento para la curación precoz de las lesiones que aparecen, es decir, se pueden tomar medidas para evitar que aparezca el eccema o el picor. Por ejemplo es importante usar en estos niños jabones neutros, evitar el uso de suavizantes y detergentes agresivos en la ropa, debemos comprarle a nuestro bebé prendas de algodón, no sintéticas, evitar el calor excesivo y una sudoración profunda. Para evitar los brotes es importante hidratar adecuadamente a nuestro pequeño. No debemos frotar a nuestro bebé cuando lo estamos secando después de una ducha, usar las cremas hidratantes adecuadas tras el baño, incluso usar aceites especiales para el agua que utilizamos a la hora de bañarlo, porque este formará una película protectora para la piel de nuestro bebé.




El tratamiento de las lesiones consiste en la aplicación de corticoides tópicos (esto quiere decir, la aplicación de pomadas sobre las lesiones cutáneas) durante unos siete o diez días (según nos indique nuestro pediatra) y dependiendo de la gravedad de las lesiones. También se tratará diferente dependiendo de la gravedad, según la intensidad del brote y la localización de las lesiones se pueden usar corticoides más o menos potentes; en forma de crema, gel, pomada o incluso en brotes muy fuertes puede ser necesario la administración de corticoides orales durante unos días.
Si surgen complicaciones se puede producir una sobreinfección cutánea (bacteriana) que requieren el uso de antibióticos tópicos (en pomada) e incluso orales. Esta enfermedad no tiene curación, los brotes tal como aparecen pueden desaparecer. Es más habitual durante el invierno y mejoran en verano. El número de brotes y su gravedad va disminuyendo con la edad auque la evolución es lenta a todas las edades.

Fuentes:
http://www.alergiainfantillafe.org/enfermedaddercontacto.htm
Ángeles Partido Domínguez aporta a este blog sus experiencias, consejos y sabiduría que están a su alcance, ya que es madre desde hace veintidós primaveras.




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